Procesión Magna 2010
A nadie se le escapa ya que lo acontecido el sábado 3 de abril de 2010 en la ciudad de San Femando marcará un antes y un después en la historia de nuestras hermandades. Prácticamente la totalidad de los cofrades de la Isla, en su fuero interno, no dudaban del éxito de la iniciativa, conocedores del peso de la celebración de la Pasión en esta tierra. No obstante no faltaban las voces contrarias. Todos, a pesar de la ilusión, nos dejamos llevar por una u otra razón por los más pesimistas.
Fueron meses, años, de especulación acerca de la idoneidad de la efeméride para celebrar un acto eminentemente catequizador, de la capacidad de nuestra Semana Santa de demostrar su grandeza en un único día... muchas las excusas para desistir de tan magna empresa: escasez de cargadores, falta de espacio en los templos para prolongar la estancia de los pasos, dudas en cuanto a la financiación de los costes extraordinarios, elucubraciones sobre el éxito de público dependiendo del día de celebración (Domingo de Resurrección en un principio), hermandades que de entrada se cerraban en banda descartando participar, obras que afectaban a la arteria principal de la ciudad ... en fin, horas y horas de discusiones en mesas de juntas y medios de comunicación.
Pero finalmente la ilusión se sobrepuso a todo. Se fueron venciendo poco a poco todas estas cuestiones y la Magna fue tomando cuerpo. En lo que respecta a la Hermandad del Huerto, el pistoletazo de salida se materializó en el cabildo en el que nuestros hermanos dieron el SÍ a nuestra participación en dicha procesión extraordinaria. La hermandad del Huerto, como no podía ser de otra forma, debido a su enorme popularidad y peso en la Semana Santa de la Isla, no podía ausentarse de esta histórica cita.
Al margen de los preparativos de la procesión Magna en sí, capitaneados por el Consejo, empezaron los problemas logísticos a escala doméstica. El reducido espacio en nuestra sede canónica, que da cabida a seis pasos de forma itinerante durante la Semana Santa, hizo que las tres hermandades penitenciales tuviesen que llegar a un acuerdo junto con el director espiritual con el fin de no entorpecer el desarrollo normalizado de los Santos Oficios y la Pascua de Resurrección. De igual forma, dentro de la hermandad, la comisión de mayordomía se sumergió en la tarea de diseñar un plan para el cambio de flores y de cera, y limpieza de todos los enseres tras el Martes Santo, donde además de la premura de tiempo había que contar con la salida penitencial de la Hermandad Sacramental de Misericordia y con la celebración de los Santos Oficios ya citados.
Con la llegada del Viernes de Dolores empezaron a sucederse los acontecimientos: traslados, montaje, puesta de flores, reparto de papeletas de sitio, celebración de la misa preparatoria; la salida penitencial del Martes Santo y la llegada de un nuevo día. Todos los Miércoles Santo son nostálgicos a la vez que llenos de satisfacción para los hortelanos. Toca recoger los enseres y trasladarlos de nuevos junto con las andas procesionales a nuestra casa de hermandad. Sin embargo, el Miércoles Santo de 2010 fue diferente. De nuevo la ilusión se hizo presente, ilusión que no había que diferirla 365 días como todos los años. Serían días de intensos trabajos preparativos para tener todo a punto para el sábado santo.
En la mañana del sábado 3 de abril todo estaba ya organizado. Las sensaciones y las responsabilidades eran distintas a las de un Martes Santo cualquiera. Los tres pequeños cortejos pastoreños se fueron montando con una relajación inusitada. La cercanía de nuestra Iglesia al punto de partida de la Magna, dentro de los límites de nuestra parroquia propiciaban esta relajación y hacía disfrutar, aún más si cabe, de cada uno de los instantes previos. A las 15:15 horas se abrían las puertas de la Pastora con el Guión de Spínola. Al celebrarse también en 2010 el 175 aniversario del nacimiento de nuestro titular, la Junta de Gobierno quiso que ésta fuese la insignia escogida para encabezar nuestra representación. El misterio de la Sagrada Oración en el Huerto ocupó la segunda posición en el cortejo y estábamos citados en la Calle Escaño a las 15:36 exactamente.
Con una puntualidad inglesa, nuestro cortejo llegó a la hora indicada y se insertó entre la Borriquita, a la cual vimos llegar de frente desde las curvas de Capitanía, y el otro olivo, el del Prendimiento, que vino desde el Parque bajando Ancha y enfilando Santo Domingo. La Magna era ya una realidad y no un simple sueño de cofrades.
Tras los actos protocolarios empezamos a andar al son de un único llamador. La soledad con la que minutos antes habíamos cruzado la Plaza de la Pastora contrastaba con la muchedumbre expectante tras la esquina. Desde los dirigentes religiosos cofrades y políticos hasta el último espectador, pasando por los fotógrafos, que ese día más que nunca darían lo que fuera por disfrutar del don de la ubicuidad, todos tenían esa cara de satisfacción y alegría que los que íbamos cubiertos con el antifaz.
Tras cumplimentar el recorrido oficial, la hermandad se dispuso a realizar el recorrido de vuelta contando ya con el acompañamiento musical de la Agrupación Musical Polillas de Cádiz. El gentío dejó paso a un ambiente mucho más familiar, y no porque fuésemos pocos los que nos acompañaban, sino porque el Cristo del Huerto se vio rodeado hasta la recogida por todos sus hermanos: los que vistieron la túnica verdiblanca, los acólitos, los Jóvenes Cargadores Cofrades y los que por lo reducido del cortejo se tuvieron que quedar en la acera. Ambiente familiar pero lleno en todo el recorrido pues la familiar del huerto es muy extensa. Además en esa segunda parte del recorrido también se vieron a otros cofrades de San Fernando y a muchos de otras localidades que no quisieron perderse a nuestro titular ese día. Así las calles volvieron a estar repletas de personas y la calle Ancha fue un gentío como si de un Martes Santo se tratase.
Tampoco hubo demasiado tiempo para recrearse; había que
cerrar la celebración de la pasión y muerte con la Pascua de Resurrección de
Ntro. Señor Jesucristo. Los horarios se cumplieron y tras posar las patas del
paso en el mármol pastoreño, comenzaba la Pascua de Resurrección de ese año
2010, un año en el que Cristo oró en el huerto de Getsemaní más pastoreño e
isleño dos veces en una semana.